Plan B
Nunca me había sentido más orgulloso de ser mexicano que el 2 de julio de 2000. Ese día la mayoría de nosotros decidimos despertar de nuestro letargo y hacernos presentes en la vida pública. Sacar al PRI de los Pinos por la vía de las urnas fue sin duda una conquista de todos, un sueño largamente acariciado y nunca antes concretado. Ese día nos volvimos sujetos políticos, alcanzamos nuestra mayoría de edad como ciudadanos. Dimos vuelta a la página de una larga historia de agravios y sometimientos, a un siglo de autoritarismo disfrazado, de mentiras y simulación, de engaños y burlas, de dictadura perfecta.
Pero la algarabía duró poco. Los gobiernos de la alternancia nunca estuvieron a la altura del desafío de los nuevos tiempos, simplemente no supieron leer el momento histórico que les tocó gobernar y nos hundieron, de nuevo, en la zozobra y el agobio. En lugar de renovar las instituciones en clave democrática se sintieron cómodos con las viejas leyes y estructuras y desde ahí reprodujeron muchos de los vicios del pasado: corrupción, cinismo, abusos de autoridad, arbitrariedades…
Y pese a todo, en el 2006 preferimos en las urnas la vía del cambio en el marco institucional que una de tonalidades populistas, prometedora pero incierta, aunque muy pronto esa expectativa se vio de nuevo truncada por un gobierno que prefirió instalarnos en una espiral de violencia y degradación sin siquiera consultarnos de sus intenciones.
Y así llegamos al 2012, con la disyuntiva de reeditar el pasado autoritario, seguir por la senda del continuismo estéril o apostar por el “cambio verdadero” que nos promete la izquierda, con todas las suspicacias del caso. Por eso, más que disyuntiva, lo que tenemos enfrente asemeja más un cadalso, un callejón sin salida. No es casual que millones de mexicanos aún no definamos si vamos a votar o no y por quién lo haremos. Y llegada la hora, muchos votaremos sin estar convencidos, o sea no por el mejor sino por el que creemos nos perjudicará menos.
En realidad, lo que dilucidaremos es si nuestro antipriismo es más fuerte que nuestro antipanismo o si éste es más fuerte que nuestro antipejismo. En todo caso, la sensación que predomina en muchos es de pesimismo e incredulidad. Que las tendencias favorezcan ampliamente el regreso del PRI es la mejor constatación de ese desánimo. Tiene que ser muy grande el malestar hacia el PAN y enormes las dudas hacia el PRD, para que el PRI constituya hoy la opción más preferida por muchos.
Y ante ese escenario se podrán decir muchas cosas, que no tenemos memoria histórica, que las nuevas generaciones no vivieron los tiempos del autoritarismo, que el PRI se ha renovado, etcétera, pero todos sabemos que no son más que paliativos a modo para justificar lo injustificable. En el fondo, todos sabemos que restituir al PRI en el poder es una violencia que nuestro pueblo no se merece, una vuelta al pasado que debió quedarse ahí para siempre, una clara involución para un pueblo que trabajosamente conquistó su libertad, un retorno a la servidumbre voluntaria, a la minoría de edad…
Frente a ese escenario, las otras opciones tampoco son muy gratificantes, pero al menos no son involutivas o regresivas. Pueden conducir al país a nuevos miedos y zozobras, pero no al autoritarismo de antaño, no al corporativismo y al clientelismo vertical y estatal, no al charrismo sindical, no a las conspiraciones de Palacio, no a los gobiernos imperiales… Por ello, no hay nada que anhele más que la sabiduría de mi pueblo se imponga a la indolencia, que dejemos a los muertos en sus tumbas y miremos hacia adelante, con dudas y temores, pero con la seguridad de que el pasado oprobioso no nos volverá a alcanzar. Sólo así todos nos sentiremos de nuevo orgullosos de ser mexicanos.
En ese escenario, a manera de estrategia alternativa o plan B, no sólo los ciudadanos debemos votar útil, o sea por el candidato del PAN o el PRD que llegado el momento esté en mejores condiciones de cerrarle el paso al PRI, sino que también los candidatos del PAN y el PRD deberán estar a la altura del desafío y contemplar como última opción que el menos favorecido en las preferencias decline a favor del que tenga más posibilidades, sacrificando sus intereses particulares por los de la nación, y con el compromiso de crear un auténtico gobierno de coalición. Probablemente, como dice la canción, estoy pidiendo demasiado, pero la causa lo vale.
¡Excelente análisis! Muy de acuerdo con usted.
ResponderEliminarInteresante pero no difícil la estrategia;viéndolo
ResponderEliminarbien,lo importante es que no vuelva el PRI al poder nunca más.
Paises que ayer apostaron por la educación,hoy son potencias económicas;Paises que apostaron por populismo y corrupción ayer,hoy son naciones tercermundistas...No mas PRI!
ResponderEliminarMe uno: No más PRI!!!
ResponderEliminarLo siento pero no podría votar por el PAN. No después de estos seis años. Bajo ninguna circunstancia el PAN debe repetir en la presidencia. Pondré todo de mi parte para convencer a más de votar por López Obrador. Esa será mi contribución para evitar el regreso del PRI.
ResponderEliminarNo olvidemos, que también esta la via del voto por representantes. Es decir las diferentes cámaras que nos representan. Tendremos, si es que se quieres una verdadera democracia. Votar por representantes de diferentes partidos, diferentes al puntero. Es comprensible que solo nos digamos en la punta del iceberg. Pero ¿Que hay debajo?
ResponderEliminarLeyendo su análisis no encuentro el porque de darle otra oportunidad al PAN, si todo lo referente a él en su publicación me da a entender que al igual que el PRI, deben ser opciones nulas para el 1 de Julio de 2012 (ya que como bien dice: "Los gobiernos de la alternancia nunca estuvieron a la altura del desafío de los nuevos tiempos, simplemente no supieron leer el momento histórico que les tocó gobernar y nos hundieron, de nuevo, en la zozobra y el agobio..."). Lo referente al PRD y las "Izquierdas" leo, según son puras incertidumbres, lo mejor sería estudiar y analizar sus propuestas y en base a ello tomarlos como opción. Creo que mantener el actual régimen no es opción, ya que tras 12 años pareciera que su tan añorado y altivo 2 de Julio de 2000 nunca ocurrió.
ResponderEliminarNo, lo de 2006 fue un FRAUDE por favor no más simulación. Además, no estaríamos en esta situación si los gobiernos panistas hubiesen juzgado y encarcelado a la bola de ampones del PRI, esos que ahora se alistan a tomar el poder y que deberían de estar presos. Definitivamente AMLO fue en 2006 y es ahora la mejor opción pero dudo que el PRIFE reconozca su triunfo aunque ganara por 5 millones de votos. El IFE no es confiable no merece nuestra confianza y los ciudadanos no merecemos un árbitro vendido que no se ha molestado en castigar los dispendios exorbitantes y los recursos de procedencia dudosa de los piístas.
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